Cúa
Los Cueños, así son llamados sus pobladores desde su fundación, hace 313 años, en el año de 1690, sus fiestas patronales se celebran a partir del 7 de octubre día de Nuestra Señora del Rosario, que es la patrona del pueblo, la fiesta religiosa se realiza con una solenne misa celebrada por el Monseñor auxiliar de Los Teques Obispo Ovidio Perez Morales y además de la misa el pueblo realiza diferentes actos folklóricos y culturales propios de nuestra región, para conmemorar tan importante fecha!!!!!
Si recorremos su geografía nos conseguiremos primero con el calor de su gente en cada uno encontramos un amigo que le tiende la mano a su vecino o al
visitante, y es que lo acogedor de esta ciudad en gran parte se debe a su gente que esta llena de energía positiva y día a día construyen su futuro dejando atrás su pasado pero, sin olvidar sus raíces historias y folklore y es que como todos los pueblo, los cueños están llenos de anécdotas e historietas que relatan los viejos y van pasando de generación en generación una de esas historia es la del terremoto del 12 de Abril de 1878 un Viernes de concilio a las 8:45 pm el cual acabó virtualmente con la próspera villa de Cúa de aquellos tiempos.
Algunos historiadores fijaron la cifra de víctimas entre 800 mil y 2 mil personas, el dato más preciso pertenece a Don Andrés de la Morena, comerciante establecido en la zona, quien hizo un censo bastante aproximado de la catástrofe, reflejando una cifra inferior de las sesenta personas.
Este movimiento telúrico tuvo repercusión de carácter nacional, motivando la participación del entonces Presidente de la República Francisco Linares Alcántara, quien llegó a Cúa para constatar de una manera directa la gravedad de los hechos.
En el año 1877 fue designado párroco de Cúa el sacerdote Jesús María Céspedes. Desde los inicios de su apostolado tuvo que enfrentar una fuerte oposición por una buena parte de la feligresía local, la cual no se resignaba a tener como sacerdote a un cura de color negro. Los muchachos de la época hicieron todo lo que estuvo a su alcance para hacerle la vida imposible al sufrido mentor. Hasta le vaciaron sacos de cal viva en su habitación con el propósito de que se marchara del pueblo. Cuando iban a las pulperías le decían al dependiente: Deme una locha de papelón y la ñapa de negro. Lo que algunas veces cambiaban por Una locha de terremoto y la ñapa de negro Esto motivado quizás por los sermones del padre Céspedes porque cada vez que subía al púlpito llamaba al pueblo a la reflexión, Ya que un castigo del cielo podría manifestarse para reprimir tanta maldad.
Días antes de la semana mayor del fatídico 1878, Los caballeros portadores de las varas de Palio, le hicieron saber que no cumplirían con su tradicional procesión, ya que ellos no iban a honrar a la persona de un negro. El eclesiástico, muy sabiamente respondía: No es a mí a quien tenéis que honrar, sino aquel a quien yo represento.
Art. Tomado del Cronista de la ciudad Adolfo Angulo Pérez.
Historias del Pueblo Cueño |